Hay características que son como las joyas y nos adornan. Son esos rasgos especiales de nuestra personalidad que fluyen de lo profundo de nuestro ser, de nuestras convicciones y de nuestra cercanía con Dios. Esas características actúan como imanes que atraen a los demás haciéndoles sentir tranquilos y a gusto a nuestro lado.
Esto es lo que sucede con la prudencia (el buen juicio) y la discreción. Decimos que una persona es prudente y discreta cuando se comporta con sensatez, tiene tacto, y es cautelosa al emitir juicio. Ese es el tipo de conducta que agrada a Dios y que beneficia nuestra vida porque nos ayuda a vivir en paz ante Dios y ante los seres humanos.
Veamos algunos de los beneficios que nos señala Proverbios 3:21-26 para aquellos que se comportan con prudencia y discreción. Pidamos a Dios que nos ayude a crecer en estas dos áreas para que seamos de buen testimonio y llevemos bendición a todos los que nos rodean.
1. Vida y belleza

El capítulo 3 de Proverbios es una exhortación a la sabiduría. Dios es la fuente de toda sabiduría y cuando nos aferramos a él recibimos su guía y su dirección para todo lo que debemos hacer o decir. Esa actitud nos inspira a tener buen juicio, a actuar con prudencia y discreción.
La persona prudente fija sus ojos en Jesús y busca en él la sabiduría necesaria para cada momento. Permite que la verdadera vida, la que surge de una relación personal con Dios, fluya a través suyo adornando todo lo que hace o dice. Es así como lleva bendición y ánimo a los que encuentra en su camino.
2. Tranquilidad y firmeza
Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán.
(Proverbios 3:23)
Experimentamos paz y tranquilidad cuando es Dios quien dirige nuestros pasos. Recibimos su instrucción de ser prudentes y discretos en medio de cualquier situación y al obedecerle aprendemos a descansar en él, a confiar en su soberanía. No vamos acelerados por la vida. Pisamos el camino con firmeza porque seguimos el ritmo de los pasos del Maestro.
3. Buen descanso

(Proverbios 3:24)
La prudencia y la discreción nos liberan del temor que nos invade cuando sabemos que hemos actuado o hablado dejándonos llevar por nuestras emociones. Dormimos mejor cuando sabemos que no nos hemos liado con rencillas sin sentido durante el día. El saber que hemos permitido a Dios reinar sobre nuestras emociones y actitudes nos ayuda a disfrutar de un sueño tranquilo, placentero y reparador.
4. Libertad del temor
No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos.
(Proverbios 3:25)
La persona prudente y discreta no permite que el temor domine sus sentimientos ni sus pensamientos. Lleva todo ante el Señor, guarda su Palabra y sus promesas en su corazón y confía en él. Sabe que la vida puede traer sorpresas no deseadas, pero su confianza en el amor y el cuidado del Padre celestial echa fuera el temor.
No teme a la desgracia que sobreviene a los impíos porque se sabe seguro en los brazos de Dios - desde ahora y por toda la eternidad.
5. Disfrutarás de la compañía del Señor

(Proverbios 3:26)
Todos los beneficios mencionados los recibe quien actúa con buen juicio, con prudencia y discreción porque goza de la presencia de Dios en su vida. El Salmo 37:23-24 lo dice así: «El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano.»
¿Quieres que el Señor sostenga tu mano en todo momento y en medio de cualquier situación? ¿Quieres disfrutar de la presencia constante de Dios en tu vida? Actúa con prudencia y con discreción. Obedece los mandamientos del Señor. Busca que cada paso que das y cada decisión que tomas sean agradables a Dios.