Salmo del Día

Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.

Salmo de Hoy

Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.

Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria.

Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán.

Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré.

Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.

En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche.

A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda.

Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.

Los que buscan mi muerte serán destruidos; bajarán a las profundidades de la tierra.

Serán entregados a la espada y acabarán devorados por los chacales.

El rey se regocijará en Dios; todos los que invocan a Dios lo alabarán, pero los mentirosos serán silenciados.

Salmo 63

Salmo de Ayer

En ti, Señor , busco refugio; jamás permitas que me avergüencen; en tu justicia, líbrame.

Inclina a mí tu oído, y acude pronto a socorrerme. Sé tú mi roca protectora, la fortaleza de mi salvación.

Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre.

Líbrame de la trampa que me han tendido, porque tú eres mi refugio.

En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, Señor , Dios de la verdad.

Odio a los que veneran ídolos vanos; yo, por mi parte, confío en ti, Señor.

Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma.

No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso.

Tenme compasión, Señor , que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo!

La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.

Por causa de todos mis enemigos, soy el hazmerreír de mis vecinos; soy un espanto para mis amigos; de mí huyen los que me encuentran en la calle.

Me han olvidado, como si hubiera muerto; soy como una vasija hecha pedazos.

Son muchos a los que oigo cuchichear: «Hay terror por todas partes». Se han confabulado contra mí, y traman quitarme la vida.

Pero yo, Señor , en ti confío, y digo: «Tú eres mi Dios».

Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores.

Que irradie tu faz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame.

Señor , no permitas que me avergüencen, porque a ti he clamado. Que sean avergonzados los malvados, y acallados en el sepulcro.

Que sean silenciados sus labios mentirosos, porque hablan contra los justos con orgullo, desdén e insolencia.

Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian.

Al amparo de tu presencia los proteges de las intrigas humanas; en tu morada los resguardas de las lenguas contenciosas.

Bendito sea el Señor , pues mostró su gran amor por mí cuando me hallaba en una ciudad sitiada.

En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!» Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras.

Amen al Señor , todos sus fieles; él protege a los dignos de confianza, pero a los orgullosos les da su merecido.

Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el Señor esperan.

Salmo 31

Salmo de Anteayer

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.

Yo le digo al Señor : «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío».

Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,

pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!

No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,

ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.

Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.

No tendrás más que abrir bien los ojos, para ver a los impíos recibir su merecido.

Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección,

ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.

Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.

Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.

Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes!

«Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.

Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.

Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación».

Salmo 91