El verdadero significado de la Semana Santa para los cristianos


La Semana Santa es el momento en el que los cristianos recordamos la pasión, muerte y resurrección de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Debe ser un tiempo de reflexión, recogimiento espiritual y gratitud a Dios. ¿Por qué? Porque gracias al sacrificio de Jesús en la cruz tenemos perdón para nuestros pecados y la salvación de nuestras almas. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz, sufrió el castigo que nos correspondía a cada uno de nosotros y lo hizo todo por amor.

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:5)

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
(Isaías 53:5)

(...) gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.
(Isaías 53:5b-7)

¿Por qué murió Jesús?

Jesús murió en nuestro lugar para que podamos tener el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. No hay nada que nosotros, los seres humanos, podamos hacer para borrar nuestra maldad y asegurarnos la salvación.

En la antigüedad, el pueblo de Israel fue librado de la muerte y de la esclavitud en Egipto gracias a la sangre de un cordero macho sin defecto (Éxodo 12). Así mismo, Dios proveyó en Jesús el Cordero perfecto que quita el pecado del mundo (Juan 1:29, 36).

Gracias al sacrificio de Jesús somos libres del poder de la muerte y del pecado. No necesitamos hacer más sacrificios o conseguir intermediarios. Podemos acudir directamente a Dios para recibir su amor, su perdón y la vida eterna.

Los acontecimientos más importantes de la semana:

La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. Veamos algunos de los eventos más importantes que nos relatan los Evangelios sobre la última semana de Jesús en la tierra.

La entrada triunfal (Domingo de Ramos)

Jesús entra en Jerusalén, junto a sus discípulos, sentado en un pollino. Una multitud le recibe aclamándole y tendiendo sus mantos o ramas de los árboles en el camino, gritando ¡Hosanna al Hijo de David!

Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas!
Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. —¿Quién es este? —preguntaban.
—Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.
(Mateo 21:9-11)

Relato bíblico: Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:28-44; Juan 12:12-19

Cumplimiento de profecía en Zacarías 9:9.

¿Qué celebramos el Domingo de Ramos?

Jesús celebra la Pascua con sus discípulos (la última cena)

Jesús sabía que se acercaba el momento de su muerte y anhelaba celebrar la Pascua con sus discípulos y amigos. Dio instrucciones precisas a Pedro y a Juan para que encontraran y prepararan el lugar donde la celebrarían.

Una vez allí, Jesús les anunció que uno de ellos le traicionaría. Aun sabiendo esto, Jesús continuó la cena con sus discípulos, aquellos con los que había vivido, llorado y reído durante sus tres años de ministerio. Partió el pan y compartió la copa de vino con ellos por última vez aquí en la tierra. Fue en ese momento que se instituyó la Santa Cena o la Cena del Señor en memoria de Jesús y su sacrificio en la cruz.

Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: —Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.
También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.
(Lucas 22:17-19)

Relato bíblico: Mateo 26:17-30; Marcos 14:12-26; Lucas 22:7-23

Jesús lava los pies de sus discípulos

Este relato solo aparece en el Evangelio de Juan, pero sabemos que ocurrió durante la última cena de Jesús con sus discípulos, mientras celebraban la Pascua. Jesús se levantó y echó agua en una vasija. Comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a secarlos con su toalla.

¿Por qué lo hizo? Para darnos ejemplo de humildad y enseñarnos cómo debemos servirnos los unos a los otros. La propia muerte de Jesús fue un acto de amor y de humildad. Él estuvo dispuesto a dar su vida y a humillarse para que nosotros podamos recibir la vida eterna.

Relato bíblico: Juan 13:1-17

Jesús en Getsemaní

Jesús necesitaba prepararse para su hora más difícil y se dirigió a un jardín con sus discípulos para orar. Una vez allí, pidió a Pedro, Juan y Jacobo que le acompañaran mientras oraba al Padre por fortaleza para lo que debía enfrentar.

Sin embargo, sus discípulos sucumbieron ante el cansancio y en lugar de orar e interceder por él, se durmieron. Pero Dios Padre no le abandonó: envió un ángel para fortalecerlo en ese momento de angustia.

Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya». Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
Cuando terminó de orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados por la tristeza. «¿Por qué están durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para que no caigan en tentación».
(Lucas 22:41-46)

Relato bíblico: Mateo 26:36-45; Marcos 14:32-42; Lucas 22:39-47; Juan 18:1

Traición y arresto de Jesús; negación de Pedro

Además de su arresto, más todo el maltrato y la humillación que conllevaba, Jesús tuvo que soportar la traición de Judas y la negación de Pedro. Aunque sabía de antemano lo que iba a suceder, el dolor causado por sus dos discípulos y amigos debe haber sido muy fuerte.

De todas formas, Jesús se mantuvo firme y continuó en obediencia para que se cumpliera el plan de Dios para la salvación del mundo. Jesús sabía que tenía frente a él las horas más difíciles de su vida, pero su amor a Dios Padre y a cada uno de nosotros fue todavía más grande.

Jesús soportó valientemente y en silencio toda la humillación, los azotes, las burlas, los escupitajos y todo el horror, además del abuso físico y emocional que sufrió durante su arresto y su crucifixión. Lo hizo por amor y lo hizo por cada uno de nosotros.

Relato bíblico: Mateo 26:46-75; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-62; Juan 18:1-18

Cumplimiento de profecía sobre la traición: Salmo 41:9

La crucifixión de Jesús

La muerte en la cruz era una muy vergonzosa y dolorosa, se utilizaba contra los peores ladrones y malhechores. La muerte no ocurría de forma inmediata, la persona pasaba por horas de angustia e inmenso dolor.

Además del dolor intenso y de la humillación por su desnudez, Jesús tuvo que soportar las burlas casi constantes por parte de los que observaban o pasaban cerca de él. Sin embargo, él no se echó atrás. Soportó la cruz para vencer el poder de la muerte al resucitar y para darnos acceso a la vida eterna. ¡Así de grande es su amor por toda la humanidad!

Relato bíblico: Mateo 27:27-50; Marcos 15:16-38; Lucas 23:33-47; Juan 19:16-37

Cumplimiento de profecías en Isaías 53; Salmo 22:6-8, 16-18; Salmo 69:21; Zacarías 12:10.

Recuerda la verdadera historia de la crucifixión y muerte de Jesús y alaba a Dios.

La resurrección de Jesús

El ángel dijo a las mujeres: No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. (Mateo 28:5-6)

El ángel dijo a las mujeres: No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.
(Mateo 28:5-6)

El primer día de la semana, a los tres días de la muerte del Señor Jesús, algunas mujeres se dirigieron al sepulcro, pues querían ungir su cuerpo. Al llegar allí, vieron que la piedra que sellaba el sepulcro había sido removida, y un ángel les dio la noticia sobre la resurrección de Jesús.

¡Jesús resucitó! La muerte no pudo vencerlo. Tal como el salmista y el mismo Jesús habían profetizado, la muerte no pudo retenerlo por siempre. Él resucitó, está vivo, y en él tenemos paz y propósito. ¡Vivamos para él!

Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
(Juan 20:19-21)

Relato bíblico: Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20

Cumplimiento de profecía en Mateo 12:40, Mateo 16:21 y Salmo 16:10

Nota sobre la fecha de la Semana Santa:

La celebración de la Semana Santa se da en días diferentes cada año porque la muerte de Jesucristo sucedió cerca de la Pascua judía, celebración que se usa como punto de partida para calcular la fecha. Los judíos utilizan las fases de la luna para establecer su calendario de celebraciones y la Pascua judía se celebra el día 15 del mes de Nisán. Ese mes comienza con la primera luna nueva de primavera.
Fue en el Concilio de Nicea, en el año 325 d.C., que se decidió que la Pascua cristiana se celebraría en domingo (el Domingo de Resurrección), que no se celebraría al mismo tiempo que la Pascua judía y que sería una celebración anual.