Finanzas en la Biblia: versículos con consejos financieros


El manejo de las finanzas es una de las áreas que crea más tensión entre las familias y las amistades. ¡Gracias a Dios que en la Biblia encontramos consejos financieros sabios!

Así como sucede en otras esferas de la vida, obedecer a Dios en el área financiera traerá bendición y paz, y nos ayudará a relacionarnos mejor con los demás. Veamos algunos consejos bíblicos sobre el dinero y aprendamos a llevar nuestras finanzas según los principios que encontramos en ellos.

1. Debemos administrar bien nuestros recursos

Lo primero que debemos entender es que todo lo que hay en este mundo le pertenece a Dios. Él es el Creador y dueño del universo. Sí, es cierto que Dios nos concede muchas cosas - por ejemplo, el dinero - de acuerdo con su voluntad y propósito para nosotros. Pero lo hace con una encomienda clara: que cuidemos y administremos bien todo lo que nos permite tener. ¿Cómo logramos esto? Recordando que somos colaboradores de Dios y, por lo tanto, debemos buscar su voluntad y su dirección en todo.

Cuando Dios creó a Adán y a Eva los mandó a cuidar bien todo lo que él había creado. Nosotros necesitamos hacer lo mismo con todo lo que Dios nos da. Nuestro esfuerzo debe enfocarse en gobernar, cuidar y administrar bien todas las cosas que Dios nos concede. ¡Esa es nuestra responsabilidad!

Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
(Génesis 1:27-28)

Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
(1 Crónicas 29:14)

Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan; porque él la afirmó sobre los mares, la estableció sobre los ríos.
(Salmo 24:1-2)

En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
(1 Corintios 3:9)

2. Evitar las deudas

La Biblia nos llama a ser muy cautelosos en cuanto al asumir deudas. La mejor opción siempre será no endeudarnos. Pero si hemos de adquirir una deuda debemos esforzarnos en pagarla lo más pronto posible.

La Biblia no se refiere a la deuda como un pecado, pero sí nos advierte que nos esclaviza económicamente. Las cosas que debemos no nos pertenecen realmente, nos las pueden quitar en cualquier momento. Y esa es una situación que genera ansiedad e incertidumbre.

Por otro lado, la Biblia nos anima a ser generosos y a estar dispuestos a prestar. Esto solo será posible si nuestras finanzas personales son sólidas. El hecho de poder prestar nos permite colaborar para que haya más justicia en este mundo. Por lo tanto, debemos estar dispuestos a prestar cuando entendemos que el Señor así lo desea, no para obtener beneficios o cobrar intereses, sino para que fluya más de la justicia de Dios en la sociedad donde vivimos.

Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores.
(Proverbios 22:7)

Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.
(Romanos 13:7-8)

Bien le va al que presta con generosidad, y maneja sus negocios con justicia.
(Salmo 112:5)

Los malvados piden prestado y no pagan, pero los justos dan con generosidad.
(Salmo 37:21)

Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria.
(Proverbios 11:24)

3. Ahorrar y planificar

La Biblia nos anima a ahorrar para evitar las deudas y en previsión a futuras necesidades. Aunque solo podamos ahorrar una pequeña cantidad cada mes, el ahorro debe ser una de nuestras prioridades. Así, cuando lleguen los imprevistos o nos encontremos en un período de desempleo, podremos seguir adelante con cierta normalidad.

Lo que no debemos hacer es acaparar sin sentido o poner nuestra confianza en nuestros ahorros. A Dios no le agrada que acaparemos recursos para sentirnos seguros y autosuficientes. Nuestra dependencia y nuestra seguridad deben estar siempre ancladas en Dios. El dinero puede esfumarse en un segundo: nos lo pueden robar. Los bancos pueden quebrar o bloquear nuestros ahorros. Pero Dios es y siempre será Dios.

Por otro lado, la Biblia nos anima a suplir las necesidades de otros hermanos y esto lo podemos hacer cuando tenemos algo ahorrado. No ahorramos solo para nosotros. Debemos estar dispuestos a ayudar a nuestros hermanos en situaciones específicas cuando les llegue un momento económico difícil.

El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. (Proverbios 13:11)

En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra.
(Proverbios 21:20)

¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos.
(Proverbios 6:6-8)

No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
(Mateo 6:19-21)

Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir”.
(Lucas 14:28-30)

No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas.
(Proverbios 23:4-5)

4. Ser generosos

Hay muchos versículos en la Biblia que nos animan a compartir lo que tenemos con los que tienen necesidad. De hecho, la Biblia dice que hay bendición para los que son hospitalarios y practican la generosidad.

Uno de los distintivos de los hermanos de la iglesia primitiva es que eran muy generosos entre ellos. Lo que le sobraba a uno se usaba para suplir la necesidad de otros y de esa forma, todos tenían lo necesario para subsistir. Es bueno seguir el ejemplo de ellos y buscar oportunidades para compartir los recursos que Dios nos ha provisto con nuestros hermanos en Cristo, con nuestra familia y con todos los necesitados. ¡Practiquemos la generosidad!

El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres.
(Proverbios 22:9)

Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse.
(1 Pedro 4:9)

Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían. Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos, pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad.
(Hechos 4:32-35)

Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios.
(2 Corintios 9:11)

Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.
(Romanos 12:13)

Vea también: el concepto bíblico de la generosidad y versículos sobre dar.

5. Estar contentos con la provisión de Dios

Muchas veces nos sentimos insatisfechos porque mantenemos nuestro enfoque en lo material. Vemos que otros tienen más y queremos ser como ellos, tener exactamente lo que ellos tienen. Sin embargo, como hijos de Dios, nuestra mirada debe estar puesta en el Señor y en su voluntad para nuestra vida. Vivir dentro de la voluntad del Padre es, y siempre será, lo mejor para nosotros.

Nuestra meta en la vida no debe ser acumular riquezas. No debemos vivir para satisfacer todos nuestros sueños materiales. Nuestro mayor anhelo debe ser vivir para Dios y permitir que se cumpla en nosotros el propósito para el cual nos creó (Salmo 138:8). ¡De ahí debe venir nuestro contentamiento! ¡Esa debe ser nuestra mayor satisfacción!

No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(Filipenses 4:11-13)

Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero solo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso.
(1 Timoteo 6:6-8)

Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré».
(Hebreos 13:5)

Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo!
(Eclesiastés 5:10)

¿Qué más dice la Biblia sobre el dinero?